11M: 13 años de mentiras, 13 años sin Justicia

Este próximo 11 de Marzo se cumplirán 13 años de la mayor mentira de la democracia española y, por qué no decirlo, de todo Occidente. A las 7:39 horas de aquella infausta fecha del año 2004, se produjo el mayor atentado sufrido por España, en una muestra de precisión militar propia de los mejores servicios de inteligencia y que, sólo en la mente enfermiza o “interesada” de las cloacas del Estado, puede ser atribuida a un morito con el don de la bilocación.

A 13 años de ese atentado, que inició el cambio del régimen constitucional nacido de la transición, seguimos sin respuestas, sin que haya producido la reapertura de la causa judicial, y con un morito y un español esquizofrénico, condenados a 37 mil años de prisión, como únicos responsables; tras una cuestionable sentencia judicial, con testigos contradictorios y presuntamente “pagados” por los investigadores y con la presunta prevaricación de algunos de los actores intervinientes, además de la hediondez y falsedad de las pruebas.

 

Jamal Zougan, condenados a 37.000 años de prisión. (EFE)Jamal Zougan


Como hemos podido ir comprobando en los últimos años, y principalmente gracias a la aportación de los periodistas de investigación de “El Mundo”, de “Libertad Digital”, de “Es.radio” y de muy pocos medios, la falsedad de las pruebas de cargo no admite duda alguna: falsa fue la Renault Kangoo y falso fue su contenido; falso resultó el Skoda Fabia y el contenido de ADN de los supuestos islamistas suicidas (o “suicidados”) de Leganés - Skoda Fabia que incluso fue desestimado como prueba por los jueces que se pronunciaron en la infundada sentencia (pero que no fueron capaces de investigar quien puso en ese coche el ADN intentando armar pruebas) -, falsa resultó la mochila de Vallecas, que incluso contenía metralla (a diferencia de todas las mochilas que estallaron en los trenes) y falso su detonador (teléfono móvil que ni siquiera estaba conectado y que nunca podía haber estallado); y falso fue el explosivo que estalló en los trenes (Goma 2 Eco), tan falso que ni siquiera la vergonzosa sentencia de Gómez Bermúdez se atrevió a afirmar que sustancia explosionó en los trenes, pese a que, luego, se demostraría - gracias a la labor de peritos independientes – el uso de Titadine (o TNT), la sustancia que siempre había utilizado ETA en sus atentados.

Por tanto, resulta evidente afirmar que la verdad judicial no siempre coincide ni coincidirá con la verdad real y que, a 13 años de la mayor masacre sufrida por España, resulta imprescindible reabrir la causa, determinar las responsabilidades penales y políticas derivadas de las órdenes de destrucción de los trenes y de todas las pertenencias de las víctimas, así como de la colocación de falsas pruebas y de la presunta prevaricación de funcionarios actuantes.

Sin embargo, la búsqueda de la verdad real requiere un Poder Judicial independiente y unas fuerzas de seguridad no politizadas que busquen reconstruir los hechos. Y nada de esto tiene España, gracias al régimen impulsado por Rodríguez Zapatero y a la cobarde complacencia de los gobiernos de Mariano Rajoy Brey.

Como señalamos anteriormente, sólo algunos medios independientes, como Libertad Digital, han sido capaces de continuar, en los pasados años, con la investigación e, incluso, de hallar los restos de uno de los trenes explosionados, restos finalmente ocultados sin investigar nada por orden de funcionarios del gobierno de Mariano Rajoy Brey.

A efectos ilustrativos de tantas “sombras”, resulta ilustrativo el visionado del documental “Un nuevo Dreyfus, Jamal Zougam ¿chivo expiatorio del 11-M?”, del francés Cyrille Martín, que encontraréis en esta web. En el mismo se analizan muchos de los datos anteriores y se revela cómo el 11M se concretó el mayor engaño sufrido por la Nación Española; un engaño del que fueron víctimas aquellos que deseaban ser engañados (una mitad de la población) y que fue muy aprovechado por quienes aspiraban a tomar el poder político para cambiar el régimen constitucional y para destruir, en consonancia con los nacionalistas vascos y catalanes, y a la izquierda radical, el Estado Nación que conocíamos como España.

El 11 M – que para algunos constituye un atípico golpe de estado o un “perfecto atentado terrorista”– dio el triunfo a Rodríguez Zapatero quien, desde el mediodía de ese mismo día, comenzó a difundir mentiras y tergiversaciones, que serían reforzadas por las terminales mediáticas del PSOE, incluyendo las desdichadas declaraciones del periodista que habló de terroristas suicidas depilados con varias capas de ropa interior, o la convocatoria hecha por una emisora radial para cercar las sedes del Partido Popular, o la violación de la jornada de reflexión por parte de Rubalcaba, el ministro de los GAL, de FILESA y uno de los peores candidatos (a posteriori) del PSOE a la Moncloa..

Tras ese triunfo electoral, el infausto Rodríguez Zapatero alcanzó el poder, avalando, lógicamente, la doctrina oficial del 11M, traicionando la sangre derramada por más de 200 víctimas fatales, y sobre el dolor de sus familiares y de los heridos y mutilados que produjeron los atentados. Como resultado de esa traición, la España constitucional acentuó el camino de su destrucción, y determinados funcionarios resultaron catapultados en sus carreras, al haber avalado la versión oficial.

Frutos del 11M resultaron la corrupción institucionalizada, la claudicación de la Corona ante el zapaterismo y el separatismo subversivo, la España de las Corinas, la España de las mentiras propagadas por medios periodísticos, y la España de la claudicación de algunos jueces, fiscales y miembros de las fuerzas de seguridad, todo ello en consonancia con el fortalecimiento de las cloacas del Estado.

Y aunque posiblemente no sepamos nunca quienes fueron los autores materiales del atentado, ni sus autores intelectuales, ni podamos acceder a las pertenencias de las víctimas (¿destruidas para que nadie hallara en ellas restos de titadine?), lo cierto es que ya se ha comprobado la total falsedad de las pruebas del proceso (Skoda, mochila de Vallecas y Renault Kangoo), pese a que no se conozca la causa de la muerte de los supuestos suicidas de Leganés (al no realizar autopsia de los cuerpos), ni que sucedió con los restos mortales de Francisco Javier Torronteras, agente del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la policía fallecido en los sucesos de Leganés.

Tal como señala Ignacio López Bru en su reciente obra “Las cloacas del 11M”, (...) ¿De dónde sacan que los que aparecieron inmolados en Leganés fueron los que cometieron el atentado? ¿Les juzgaron acaso? ¿Investigaron y valoraron su participación en los hechos? Ya hemos visto que no lo hicieron, como resaltó el Tribunal Supremo con la expresiva mención de que "no fueron juzgados".

Para finalizar, diremos que tras el 11M España renunció a hacer justicia, cometiendo un auténtico “suicidio político”, puesto que la sentencia del tribunal, los 238 tomos y los 93.326 folios del expediente judicial nada nos han aclarado sobre la autoría intelectual, material, política ni sobre cómo fue posible que un morito confidente de la Policía y un esquizofrénico español pudiesen ser los autores de tal atentado. O que decir de los testimonios “presuntamente comprados” de dos rumanas ilegales – a quienes, tras su declaración, se les concedió la residencia en España – y quienes, pese a cambiar de declaración en varias oportunidades, ubicaron al morito en distintos trenes a la misma hora.

Por tanto, ayer y hoy, y a 13 años de la masacre, continúa el engaño y la dejadez investigativa, así como la falta de interés de la clase política en aclarar los hechos, algunos por haber resultado beneficiarios directos del atentado y otros por idiocia, complicidad o ineptitud.

A 13 años del 11 M , las personas de buena voluntad y de corazón y cerebro humanos, recordarán a las víctimas del 11M y a sus familiares, porque, aunque ese día se consumó la mayor masacre terrorista de la historia de España, lo peor ha venido después, con la claudicación de las instituciones ante la corrupción y el falseamiento de la verdad.

No hay pueblo sin historia y no hay historia sin verdad.

Una sociedad no puede reconocer su historia si no sabe la verdad sobre su pasado.

Y no sabemos la verdad del 11M, aunque sí conocemos todas sus mentiras.

Sin embargo, como dijera Cicerón, «Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla".

Y ese peligro, desde el 11M, se cierne sobre todos nosotros.

 

Comentarios

  1. Memoria, Dignidad y Justicia. Valores despreciados por los partidos parlamentarios y sus correas de transmisión.

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