26J: LA SOBERBIA DE LOS INEPTOS

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Tras la gran derrota de Podemos (y sus más de 20 marcas políticas en todo el territorio español), diversos han sido los análisis (si es que pueden denominarse así) que han formulado, en los pasados cinco días, los dirigentes podemitas y sus huestes (y trolls) en las redes sociales.

El líder de la formación, Pablo Iglesias, había manifestado, en los pasados días, su “preocupación” porque fuera competencia del Ministerio del Interior (a cargo de Fernández Díaz) el escrutinio electoral; aunque, en su programa Fort Apache, se desdijo de lo anterior, algo que no debería sorprendernos pues un día dice una cosa y otro día otra. El coletas alopécico ha afirmado que, aunque los ciudadanos tienen simpatías por ellos y agradecen el “meneo” que Podemos dio a la política española, finalmente, ante la evidencia de que podían gobernar, habrían decidido no votar en su favor.

Carolina Bescansa ha afirmado que sus votantes no han “emigrado” hacia otras opciones políticas, sino que lo que habría fallado es la movilización de sus “votantes”. Y esa falta de movilización se habría visto acentuada por una “campaña de miedo” generada desde el poder contra Podemos. Ante tal afirmación deberíamos preguntarnos: ¿Qué campaña de miedo puede haberse generado desde el poder cuando “todos o casi todos los medios de comunicación” del duopolio televisivo, hicieron campaña durante las mañanas, tardes y noches en favor de Podemos?

Pablo Echenique, número tres de la formación, ha hecho un llamamiento interno a los integrantes de la dirección de su formación para que se generen las pugnas internas (entre errejonistas e iglesistas), pugnas que se habrían reavivado tras la pérdida de más de 1 millón doscientos mil votos en las pasadas elecciones del 26 de junio. Echenique – o bolchenique como le califican en algunos medios periodísticos – ha asegurado que tiene la intención de resolver esas pugnas con “amor” pero ha dicho que, en caso de necesidad, será “contundente” para “extirpar las malas hierbas de las violencias enquistadas”.

Manuela Carmena, la inútil regidora del Ayuntamiento de la Villa de Madrid, ha intentado “despegarse” del pésimo resultado electoral y ha afirmado que “Ahora Madrid” no se ha presentado a las pasadas elecciones. Cierto es. Pero también lo es que el Partido Popular ha ganado las elecciones en 18 distritos de la capital (de un total de 21) y que, si hablásemos de la Comunidad de Madrid, la candidatura popular ha triunfado en 170 de los 179 municipios de Madrid.

Carmena, la condenada Rita Maestre, el antisemita, la edil contratante de titiriteros adoctrinadores de extrema izquierda y otros no han entendido que han sido sus constantes disparates (que las madres limpien las escuelas, que los niños recojan colillas de cigarrillos, quitar las “terrazas”, paralizar inversiones millonarias que habrían generado 150.000 puestos de trabajo, como la Operación Chamartin o la Plaza España, las “Reinas Magas” o el financiamiento del Ramadán con fondos públicos) son los que han provocado una derrota sin paliativos en la capital del Reino de España.

El hiper liderazgo de Iglesias ha demostrado las miserias de la formación morada. Su alianza con Izquierda Unida, lejos de beneficiarles, ha sido un fracaso. Y lo mismo puede decirse de la pésima gestión pública de los podemitas en todos aquellos sitios en los cuales, gracias al PSOE,  ejercen el poder desde las pasadas elecciones locales.

¿Cuáles han sido las razones de ese fracaso que estaba llamado – según las encuestas israelitas – a gobernar a España?

En primer lugar, diremos que la campaña podemita ha estado muy equivocada, concentrándola en los medios y apostando, desde la soberbia de Pablo Iglesias, por la repetición constante por su parte de frases huecas, por un tono de voz melindroso y que mostraba una personalidad falsaria y entrevistas fallidas con periodistas “amigos”, como la que le hiciera Ana Pastor y que mostró a un dirigente analfabeto en muchas cuestiones. Otro tanto podría decirse del programa electoral cursi en forma de catálogo publicitario y que carecía de cualquier propuesta económica concreta.

Líder cursi, catálogo cursi, slogan cursi: “La sonrisa de un país”, decían los podemitas, al estilo chavista, pero lo cierto es que esa sonrisa nos hace recordar a la sonrisa grotesca del guazón de la película Batman y hoy, por cierto, la única sonrisa es la de una mayoría ciudadana que ha sonreído ante el fracaso de Podemos.

En segundo lugar, la unión con Izquierda Unida (o Hundida, financiera y políticamente hablando), mostró a potenciales votantes que los podemitas, lejos de ser una opción socialdemócrata moderada, ansiaban llegar al poder para implantar políticas radicales, antieuropeas y liberticidas. Y sobre este punto, ni siquiera la falsedad del líder y su retórica “patriotera” engaño a quienes defienden la unidad de España y la igualdad de todos sus habitantes ante la ley.

Mal que le pese a Iglesias y a sus huestes, España es una NACIÓN con mayúsculas, la más vieja del continente europeo, y no una “Nación de Naciones” como diría el analfabeto funcional de Zapatero o un rejunte de nacionalidades, como dirían los podemitas.

En tercer lugar, el fracaso de la gestión podemita (con sus diversas marcas) a nivel local, se ha trasladado al escrutinio electoral.

Unidos ¿Podemos?, ha fracasado electoralmente en todas las capitales en que desgobierna, porque gobernar no gobierna. Así los resultados obtenidos en Madrid, Zaragoza, Valencia, Cádiz, Zaragoza o La Coruña evidencian el retroceso de la formación morada y el hastío que tienen los ciudadanos por estos arribistas de la política. Sólo en la Villa de Madrid, y pese a la campaña podemita de Carmena prometiendo una bajada del IBI selectiva (destinada a los distritos en que más votos habían obtenido en las municipales) o medias “sociales” que beneficiarían a todos los “madrileños y madrileñas” (ja, ja, ja… causa risa su cursilería) la coalición perdió más de 100.000 votos.

Una cuarta razón ha sido el denominado Brexit, que ha mostrado a buena parte de los españoles euroescépticos los riesgos que puede tener votar inconscientemente. Recordemos que Podemos ha defendido los referéndums (principalmente el catalán, a los que seguirían el vasco, el gallego o el del pueblo de “al lado”), patraña pseudo democrática tendiente a exacerbar el sentimiento “paleto lugareño”, en lugar de afirmar que la soberanía nacional reside pura y exclusivamente en el pueblo español, que somos todos, seamos madrileños, gallegos, catalanes, vascos, andaluces, aragoneses, manchegos e, incluso, podemitas.

Otras razones han sido el discurso anticapitalista demagógico de la formación, en un país en que más del 82% de sus habitantes son propietarios; la demagogia e irresponsabilidad de prometer una “renta universal” o su propuesta de aumentar en 90.000 millones de euros el gasto público, friendo de impuestos a la clase media y condenando a la economía española a una recesión sin precedentes.

La soberbia u orgullo podemita, soberbia que entendemos como un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, ha provocado el fracaso de sus ineptos dirigentes.

Los ciudadanos han comprobado que una cosa es asaltar una capilla con el torso desnudo y otra cosa es gobernar una ciudad con millones de habitantes.

Los ciudadanos han constatado que una cosa es ningunear y burlarse de periodistas críticos en una rueda de prensa y otra muy distinta es responder, con un mínimo de conocimiento y capacitación intelectual, a preguntas fundadas que requieren del interlocutor la explicación de un “programa de gobierno”.

Los ciudadanos han comprobado que una cosa es burlarse de festividades cristianas como la Navidad, o hacer demagogia en favor de los refugiados sirios, y otra cosa muy distinta es gobernar para todos los ciudadanos y gestionar un presupuesto público en forma responsable.

Esa soberbia de estos ineptos, ha consolidado al Partido Socialista Español (PSOE) como formación líder de la oposición y ha provocado que el “asalto al cielo” se haya convertido en “la caída desde el cielo”; una caída que aún no ha sido reconocida humildemente por sus demagogos dirigentes.

El proyecto revanchista bolivariano podemita (si puede calificarse de este modo al catálogo de Ikea podemita) no ha gustado a los votantes. Su demagogia ha quedado al desnudo y no ha logrado el respaldo mayoritario de los ciudadanos. Su alianza política internacional con Venezuela no ha contado con el beneplácito de los votantes. Y, más allá del odio que las huestes podemitas han evidenciado en las “redes sociales” hacia nuestros mayores, lo cierto es que la soberbia podemita les ha condenado a un tiempo de reflexión y, quizás, de renovación dirigencial.

Habremos de estar atentos a las próximas semanas pues, más allá del secretismo y sectarismo que tiene dicha formación política, lo cierto es que no pueden ocultar que han recibido un golpe contundente, un baño de realidad, que no les gusta y que rechazan.

La ciudadanía les ha rechazado y deberían aprender de ello. Aunque, a la luz de las declaraciones de los principales dirigentes podemitas, seguramente no aprenderán nada; pues si hay algo que caracteriza a los ineptos es la soberbia.  Y, como expresó Francisco de Quevedo, “La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió.”

Comentarios

  1. Qué bueno tiene que ser Rajoy para tener a todos!!! Y digo a todos en su contra..
    Cuanta envidia hay.., y que poco les interesa a muchos politiquillos este País.
    No veis lo que quiere la mayoría? Pues un respeto a la democracia!!!!
    Por favor.

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