Adolfo Suárez, Rouco Varela y la miopía de la partitocracia española

Hace pocos días, los Reyes, en compañía de los Príncipes de Asturias, presidieron el funeral de estado por Adolfo Suárez, primer Presidente de la democracia española, tras el gobierno autoritario de Francisco Franco Bahamonde.

La ceremonia, oficiada en la Catedral de la Almudena por el Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, generó todo tipo de reacciones subidas de tono hacia el religioso.

A dicha ceremonia, además de los Reyes, asistieron casi todos los miembros del ejecutivo conducido por Mariano Rajoy Brey, los Presidentes Autonómicos, la familia Suárez y otros altos cargos de la política de hoy y de los últimos años como los ex presidentes del Gobierno Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero.

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El rechazo se originó como consecuencia de la homilía del Cardenal Rouco Varela quien destacó la vida al servicio de España de Adolfo Súarez y que su figura hizo posible la concordia entre todos los españoles.

Rouco Varela expresó que “… la concordia fue posible con él. ¿Por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas? (Suárez)… buscó y practicó tenaz y generosamente la reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la Guerra Civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar".

El Arzobispo destacó el modo sobrenatural en que el Presidente Suárez aceptó su terrible enfermedad, el cáncer que afectó a su esposa y a una de sus hijas, todo ello con una profunda fe cristiana, siendo "… muy consciente de que siguiendo y sirviendo a Cristo hasta la Cruz estaría con él y con sus hermanos, amando en el tiempo y en la eternidad; además de manifestar que su actitud constituye "…Una buena lección para los católicos de esta España de hondas raíces cristianas llamados con urgencia histórica a ser y servir de fermento de nueva humanidad en medio de sus conciudadanos, afrontando humilde y valientemente el amor cristiano con la sociedad y con el pueblo al que pertenecen…”

Las palabras del Arzobispo Cardenal Rouco Varela fueron duramente criticadas por la oposición lo cual, a todas luces, muestra la desfachatez, ignorancia, miopía y mala praxis de la “clase política partitocrática” que ha conducido a España a la mayor crisis de su historia.

Que Elena Valenciano, cuyo partido (PSOE) fue fundado por el pistolero Pablo Iglesias, que desató la guerra civil en 1934 (sí, en 1934, en Asturias, levantándose en armas contra el propio gobierno del Frente Popular que integraba) y que además se alineó ideológicamente con el comunismo genocida, apoyando a dictadores y asesinos de todo tipo como Stalin, Fidel Castro o sus imitadores, se haya escandalizado por las palabras del religioso, es de no creer, más cuando fue su propio partido el que impulsó una grotesca y manipuladora Ley de DES – “Memoria Histórica”, una adoctrinadora “Educación para la Ciudadanía” y un pacto con los asesinos etarras.

Algo similar podría decirse de las declaraciones del separatista catalán Arturo Mas quien, al referirse a la figura del Presidente Suárez, aprovechó la ocasión para utilizar su figura a efectos de reivindicar su subversión del orden constitucional; subversión que debería haber provocado, a esta altura de los acontecimientos, una reacción contundente del Ejecutivo liderado por Mariano Rajoy y la aplicación del artículo 155 de la Constitución Nacional.

Por su parte, la líder de UPyD, Rosa Diez, calificó de "absolutamente impresentable" las palabras del cardenal criticando, incluso, que se hiciera sonar el Himno de España en la Consagración, lo cual calificó como una “falta de respeto” a todos los asistentes. Curiosa crítica la de Rosa Diez quien, en lugar de rectificar a tiempo, por aquello de que todos podemos cometer errores, se reafirmó en sus críticas sin entender que Adolfo Suárez era católico, que por tanto merecía un funeral católico y que hacer sonar el himno nacional español enraiza en las tradiciones de las fiestas de España, fiestas en las cuales siempre se ha hecho sonar el Himno Español como acompañamiento de Santos y Vírgenes.

Pero la izquierda y el naZionalismo catalán separatista y de las Vascongadas son así. Siempre han deseado someter a los ciudadanos a una dictadura basada en el terror y en el silencio; dictadura en la cual, lógicamente, no tiene cabida la fe ni la religión Católica Apostólica Romana.

El PSOE, la Esquerra Republicana, el Partido Comunista y el POUM, entre otros, ya lo demostraron al desatar la guerra civil, pasando por las armas a miles de religiosos y religiosas (incluyendo monjas de clausura), asesinando a monaguillos y a personas acusadas de tener como fe al catolicismo, provocando la destrucción del patrimonio histórico nacional, un genocidio cultural y poblacional y un férreo control de la sociedad civil, al adoptar una cosmovisión del poder en términos absolutos y donde el adversario político fue transformado en “enemigo del Pueblo”, tal como han hecho siempre todas las dictaduras.

Las palabras de Rouco Varela, destacando las virtudes de Adolfo Suárez quien en su praxis política logró superar los hechos y las actitudes que causaron la Guerra Civil y que podrían volver a causar un enfrentamiento en el futuro, no han hecho otra cosa que recordar a esa izquierda sectaria y con pretensiones de hegemonía totalitaria, la necesidad de preservar un marco democrático para resolver los conflictos y dirimir las diferencias, preservando la unidad de España y haciendo prevalecer la letra y espíritu de la Constitución Nacional forjada en la transición.

¿Acaso esperan los sectarios de la izquierda que el Cardenal Rouco Varela apruebe la disolución de España, su fragmentación política y la deriva nacionalista?

¿Quizás pretenden también que el Arzobispo haga apología del aborto, del mal denominado matrimonio gay o del relativismo cultural al que pretenden conducirnos los líderes de la izquierda y del nacionalismo?

Recordemos que Antonio María Rouco Varela es cardenal, miembro de la Real Academia de Doctores de España, Arzobispo de la archidiócesis de Madrid, ex Presidente de la Conferencia Episcopal Española y que, a diferencia de la peor “camada” de políticos de izquierda de los últimos cien años (caracterizados por su analfabetismo funcional, su embrutecimiento y su falta de experiencia e idoneidad para el ejercicio de la función pública), estudió Latin, Humanidades, Filosofía, Teología, Derecho, Derecho Canónico y otros campos del saber, organizando la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, siendo nombrado por el actual Papa Francisco como integrante de la Congregación para la Educación Católica.

Toda su trayectoria nos muestra a un Arzobispo que siempre ha sostenido las posiciones doctrinales y de fe de la Iglesia Católica Apostólica Romana y que, como no podía haber sido de otro modo, siempre ha defendido la vida humana desde el momento de la concepción, el matrimonio entendido como la unión de un hombre y de una mujer ante Dios y los dogmas de fe de la Iglesia.

Si la miopía provoca que una persona tenga dificultades para enfocar bien los objetos lejanos; la miopía de la partitocracia española puede conducirnos a la desintegración política y territorial de España, a un nuevo enfrentamiento entre ciudadanos y a una “reacción defensiva” por parte de aquellas personas e instituciones sometidas a la dictadura del NAZIonalismo catalán y vasco, a las manipulaciones de la izquierda o que se han visto perjudicados por la corrupción del poder político.

Las palabras del Cardenal Rouco Varela han sido acertadas, prudentes y sabias.

Recordemos que, como dijera Edmund Burke, “para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada” y, lamentablemente, llevamos muchos años en que sólo una minoría de malos y corruptos han conducido los destinos de España. Y es hora de que los buenos comiencen a hacer por el bien común de todos.

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